domingo, 22 de julio de 2012

SIRVIENDO PARA SIEMPRE


Trabaja para el Señor desde tu juventud y verás Sus maravillas

El Salmo 37:25 afirma: Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni simiente que mendigue pan.

Las personas de edad avanzada nos llevan ventaja porque ya fueron jóvenes, pero no podemos garantizar que los jóvenes lleguen a viejos. Así que envejecer es un privilegio, especialmente si hemos servido al Señor.

Las cosas evolucionan con el tiempo, y el cambio en la pasión por nuestro Dios debe reflejarse en más compromiso, nunca en menos, porque Él siempre ha estado para nosotros, Su gracia nos levanta cuando pecamos y no se cansa de hacerlo, así que no hay razón para que nosotros digamos que nos cansamos de servirlo. Él ha salvado tu vida, a tu familia y tu economía, así que tu pasión por servirle debe renovarse cada día, sin importar cuántos años tengas o hace cuánto que le sirves. Nuestra existencia debe de estar dedicada a llevar almas a los pies de nuestro Señor Jesús y morir haciéndolo.

La gente que ha llegado a cumplir muchos años, ha sido testigo de infinidad de situaciones. Con el paso de los años, vemos muchas cosas, pero nunca que Dios desampare a un justo. ¡No te sientas desamparado porque el Señor es tu amparo siempre! Si eres de quienes se quejan porque están solos, si sientes que hasta la pulga del perro te ha abandonado, reflexiona, quizá eres tú quien ha provocado esto con tu conducta, porque el justo nunca estará solo, siempre estará con el Señor y Su compañía provoca que nos sintamos amados y aceptados, no desamparados. Camina con justicia y verás que nunca estarás solo, porque Dios jamás desampara a un justo.

Además, el Señor promete que la simiente del justo no mendigará pan. Así que repítelo: “Dios es mi amparo y mis generaciones no mendigarán pan porque he vivido justamente”. La palabra “simiente” viene de la palabra semilla y significa: “los cosechadores de lo que se sembró”. Entonces, la Palabra nos está diciendo que tus generaciones futuras recogerán lo que has sembrado. Una vez escuche esta historia. Una persona conoció a  una familia con mucho dinero, pero nunca se imagino cuánto tenían hasta el día que le invitaron a comer a su casa. se sorprendío porque vivían en un terreno de mil manzanas y su amigo, y su hermano y su mamá tenía su propia mansión. ¡Era increíble! Yo le pregunté a qué se había dedicado su padre y me dijo que había sido veterinario. No comprendía cómo esa profesión pudo proveer tanta abundancia, y su amigo le explicó: “Mi padre fue un gran trabajador, pero sobre todo, él y mi madre han sido generosos sembradores y nosotros estamos cosechando esos frutos”. Gracias a esa semilla, ellos, su simiente, eran comerciantes de diamantes y también tenían minas de oro en Sudamérica. Así que no lo dudes, siembra para el Señor, dedícate a ser justo para que tus cosechadores reciban incluso más bendición que tú.

Desde mi juventud
El Salmo 71:17-18 también asegura: Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, y hasta ahora he manifestado tus maravillas. Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares, hasta que anuncie tu poder a la posteridad, ?y tu potencia a todos los que han de venir.

Dios quiere enseñarnos desde nuestra juventud y permitírselo hará que veamos Sus maravillas. Pidámos a Dios que nos de fuerzas para anunciar Su poder a todos, incluso durante la vejez. Este Salmo es claro en decir: “desde mi juventud”, lo que significa que el aprendizaje y servicio deben iniciar cuando somos jóvenes y extenderse durante toda la vida. No significa que debemos aprender y servirle solamente en la juventud , sino que a partir de esa edad.

Hay quienes sirven a Dios cuando son jóvenes y están solteros, mientras consiguen pareja, luego al casarse, abandonan el servicio. No le dediques tiempo al Señor solo por temporadas, sino durante toda tu vida. Su bendición debe ayudarnos a servirle mejor, no a abandonarle. Los más bendecidos debemos ser los más comprometidos con Él. Servicio y compromiso deben integrarse, porque la espiritualidad se proyecta en acciones, no solamente en meditación y oración. Jesús escogió a Sus doce discípulos para que trabajaran a Su lado, y que continuaran haciéndolo, incluso cuando Él ya no estuviera. El servicio en Su obra te santifica porque te ayuda a desarrollar una actitud correcta, paciencia y compromiso. Todos cometemos errores, no conozco a nadie que no le halla fallado al Señor, pero en ese momento, debes acercarte a Él y decirle: “Perdóname, sé que he fallado, pero no te dejaré de servir por nada”.

He servido al Señor desde mi juventud, mi aprendizaje incluso me ha llevado a predicar en pequeños pueblos. Todo ha valido la pena, porque Dios me ha mostrado Su unción y me ha entrenado para servirle. La Palabra dice que el que prueba el vino añejo, jamás querrá probar el nuevo. Esto significa que la experiencia que dan los años nos agrega valor. Esto también se aplica al servicio en la obra de Dios, donde no hay fecha de retiro, ya que debemos estar listos para predicar y hacer Su voluntad hasta que haya vida en nosotros.

Tal como el Salmo 71: 17-18 lo dice, debemos pedir amparo al Señor, pero no para que nos provea para nuestras necesidades, ya que eso es seguro, sino porque tenemos mucho que hacer, anunciando Su poder. Es decir que cuando le pedimos amparo, Él nos regala Su unción para que la anunciemos y ofrezcamos bendición a otros. Conviértete en un obrero de Dios y Él se manifestará en tu vida.

Renovados día a día
2 Corintios 4:16 aconseja: Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.

Nuestro cuerpo se desgasta y envejece, pero nuestro interior se renueva todos los días cuando vivimos para Dios. Esfuérzate, no permitas que el cansancio te derrote. Cuando actuamos con la actitud correcta, Dios compensa nuestro desgaste y nos renueva para continuar. Jesús se cansó, Pablo también, pero la pasión por obedecer a Dios logró que vencieran a su propio cuerpo y avanzaran hacia la meta.

Sin importar la edad que tengas, los mejores años de tu vida para servirle no han pasado, Él te ha entrenado y te activará para trabajar en Su ministerio. Nuestro cuerpo se agotará sin importar lo que decidamos hacer, así que lo mejor es que se desgaste sirviendo al Señor. Si nos agotamos, que sea liberando y sanando a las personas.

Jesús dijo que quien pone la mano en el arado y vuelve la vista no es digno de ser Su discípulos. Él es exigente, nos pide la vida misma y merece que se la demos, porque no hay nada más glorioso que vivir y morir por nuestro Señor. Síguelo y obedécele porque Él es quien manda.

No hay excusa válida para dejar de servir a Dios. Si lo habías abandonado y quieres volver, no sientas vergüenza porque Él te recibe con los brazos abiertos. Ponte a cuentas con el Señor y sírvele. Dale gracias porque te ha llamado, renueva tu compromiso con Sus hijos, deja el pasado atrás y extiéndete, con pasión y entusiasmo, a lo que está por delante.

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